miércoles, 6 de junio de 2018

DEVUELVEN LAS CARTAS ORIGINALES DE CRISTOBAL COLON




La copia, de 1493, fue robada de la Biblioteca de Catalunya hace más de una década


No había sido un robo aislado. La investigación se remonta al año 2011, cuando la Oficina de Investigación de Estados Unidos, dependiente de la Agencia de Inmigración y Aduanas, recibió el chivatazo de que varios ejemplares de la histórica carta habían sido sustraídos y estaban siendo vendidos ilícitamente. Investigando la desaparición de varios libros antiguos, la policía italiana descubrió que la copia de la carta depositada en Roma era falsa. Y también la guardada en la Biblioteca de Florencia. En su lugar, los ladrones dejaron una reproducción fotográfica de alta calidad impresa sobre papel antiguo que no había llamado la atención.

Fue entonces cuando los agentes de la Oficina de Investigación de Estados Unidos decidieron darse una vuelta por Barcelona. “En junio del 2012 uno de nuestros especialistas visitó la Biblioteca de Catalunya para revisar la carta que tenían y llegó a la conclusión de que era falsa. Era una reproducción que se había usado para sustituir el original”,

El robo se produjo al menos siete años antes, según los investigadores. En noviembre del 2005 la carta fue vendida por 600.000 euros por dos libreros italianos. Poca gente accede a este tipo de documentos y, en Barcelona, nadie se percató del fraude a pesar de que, en este caso, el cambiazo estaba menos logrado: “Habían reproducido la copia de otra carta de Colón”, explica Serra.
En marzo del 2013 la policía estadounidense descubrió que la carta había sido vendida otra vez en junio del 2009 por el equivalente a un millón de dólares. Finalmente, fue localizada y el vicesecretario de Seguridad Interior, Thomas Homan, se la entregará hoy a Morenés para su rápida vuelta a España.
La investigación sigue abierta. La Administración estadounidense no quiere dar más detalles sobre la identidad de los ladrones o si busca más ejemplares. La carta de Florencia fue hallada y devuelta a Italia ya en el 2016. La copia romana, de la que no se tenía noticia hasta hoy, también ha sido recuperada. La embajada de Estados Unidos en Italia se la entregará a la Santa Sede el próximo 14 de junio.




Las deseadas cartas de Colón fueron impresas en 1493 por Stephan Plannck en Roma a instancias del almirante y reproducen el contenido de varias epístolas en las que el navegante da noticia de los frutos de su viaje, desde la salida del cabo de Palos el 3 de agosto de 1492 a su llegada a las Indias, los primeros siete meses de exploración y su llegada a Lisboa el 4 de marzo de 1493. Aunque la Biblioteca de Catalunya tiene más de 500 incunables, pocos tienen la singularidad de la epístola del descubrimiento europeo de América. “Nuestro patrimonio está seguro, pero a veces, por desgracia, estas cosas ocurren, y no siempre se recupera lo robado”, lamenta su directora, satisfecha porque esta historia tenga “final feliz”.


lunes, 4 de junio de 2018

La ciudad perdida de Z: La trágica expedición Fawcett de 1925.



La ciudad perdida de Z: La trágica expedición Fawcett de 1925.

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El teniente coronel Percival Harrison Fawcett (TorquayInglaterra18 de agosto 1867-¿Río Xingú?, Brasil29 de mayo 1925) fue un militararqueólogo y explorador británico. Junto con su hijo Jack y el amigo de este, Raleigh Rimell, Fawcett desapareció en circunstancias desconocidas en 1925 durante una expedición para encontrar «Z» –como él llamaba a una antigua ciudad perdidaque creía ser El Dorado, en la selva inexplorada de Brasil




Fawcett había estudiado antiguas leyendas y archivos históricos, convenciéndose de que una ciudad perdida existió en algún lugar de la región de Mato Grosso, una ciudad, a la que puso el nombre de «Z». Según el propio Fawcett, su principal fuente escrita era un documento portugués del siglo XVIII, dejado por un grupo de cazadores de fortuna que anduvieron durante diez años por regiones interiores de Brasil, descubriendo finalmente una antigua ciudad en ruinas, la ciudad perdida del Manuscrito 512. Para Fawcett, aquella ciudad, o ciudad de Raposo, como prefería llamarla, era una de las varias ciudades perdidas del Brasil, remanentes de una vieja civilización, la Atlántida, cuyo pueblo había degenerado, pero aún conservaba vestigios de un pasado olvidado, en momiaspergaminos y láminas de metal cinceladas.
Otro testimonio de la existencia de aquella civilización prehistórica lo representaba para Fawcett una extraña estatuilla de basalto negro, de 25 cm de alto, cuyo origen no se pudo identificar claramente. Fawcett la obtuvo de su amigo H. Rider Haggard y la llevaba consigo en su última expedición. Tras recurrir a la ayuda de un psicometrista, según relata Fawcett, averiguó que la estatuilla era de origen atlante.
En 1921 Fawcett emprendió una expedición por Bahía, guiándose tanto por el Manuscrito 512 como por el testimonio de otro viajero británico, el coronel O´Sullivan Beare, ex cónsul en Río de Janeiro, quien afirmaba haber visitado una ciudad perdida parecida a la del Manuscrito 512, a pocos días de camino de la ciudad de Salvador de Bahía.
Según menciona Fawcett en su libro, después de recorrer la región del río Gongogi logró reunir nuevos testimonios de la existencia de ciudades perdidas.


La ciudad perdida de Z

En 2005 David Grann, reportero titular de la revista The New Yorker, visitó la tribu kalapalo y descubrió que esta había transmitido una historia oral sobre Fawcett, uno de los primeros blancos que la tribu había visto. La historia oral decía que Fawcett y su grupo se habían quedado en su pueblo y luego se habían marchado en dirección hacia el este. Los kalapalos advirtieron a Fawcett y sus compañeros que no tomaran ese camino, pues serían muertos por los «indios feroces» que ocupaban aquel territorio. Sin embargo, Fawcett insistió en ir. Los kalapalos observaron el humo de la fogata de la expedición cada tarde durante cinco días antes de que desapareciera. Los kalapalos dijeron que estaban seguros de que los indios feroces los habían matado.15​ El artículo también relata que una civilización monumental llamada Kuhikugu realmente pudo haber existido cerca de donde Fawcett buscaba, como fue descubierto recientemente por el arqueólogo Michael Heckenberger y otros.16​ Los hallazgos de Grann están detallados en su libro The Lost City of Z (2009).