sábado, 15 de abril de 2017

EL SÍNDROME DE PROCUSTO O POR QUÉ DESPRECIAMOS AL QUE SOBRESALE



lo padecen aquellos que cortan la cabeza o los pies de quien sobresale”.


El síndrome de Procusto hace referencia a la intolerancia a la diferencia. Es muy común en los ambientes profesionales y domésticos por la presencia de individuos con actitud egoísta, generalmente por el miedo de ser superados por otros. Por ejemplo: en una oficina todos los profesionales que pertenecen a un departamento; no pueden trabajar,  aprender, desenvolverse y comportarse de la misma manera, lo que pueden surgir diferentes ideas pero puede existir dentro del grupo un individuo o varios que no toleren opiniones diferentes, limitando las capacidades y creatividades de los otros compañeros. Es de resaltar, que la diversidad es una ocasión y oportunidad de enriquecimiento de aprendizaje para inclusive desarrollar estrategias y aspectos positivos dentro de la empresa.



En la mitología griega, Procusto era un posadero que tenía su negocio en las colinas de Ática. Procusto tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su cuerpo era más largo que la cama, procedía a serrar las partes del cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si, por el contrario, era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo. Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de la cama porque Procusto poseía dos, una exageradamente larga y otra exageradamente corta, o bien una de longitud ajustable.

Procusto continuó con su reinado de terror hasta que se encontró con el héroe Teseo, quien invirtió el juego y retó a Procusto a comprobar si su propio cuerpo encajaba con el tamaño de la cama. Cuando el posadero se hubo tumbado, Teseo lo amordazó y ató a la cama y, allí, lo torturó para “ajustarlo” como él hacía a los viajeros,. Le cortó a hachazos los pies y, finalmente, la cabeza. Matar a Procusto fue la última aventura de Teseo en su viaje desde Trecén hasta Atenas.

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