martes, 27 de enero de 2015

"El protocolo oficial de los califas de Córdoba"



 "El protocolo oficial de los califas de Córdoba"


 
 
Al Andalus
 
El califato de Córdoba mantuvo intensas relaciones con otros Estados contemporáneos de Oriente y del Centro de Europa. Estos contactos se establecían a través de embajadas sometidas a un rígido protocolo que permite conocer las influencias culturales bizantinas en Europa y, en particular, en al-Andalus.
 
 
 
Un ejemplo de ello es la embajada enviada por el que con el tiempo sería emperador Oton I a la Córdoba de Abd al- Rahman III entre los años 954 y 956. El testimonio trasmitido por el responsable de la embajada, el monje Juan de Gorce, permite conocer las circunstancias que rodean las relaciones internacionales entre las principales potencias políticas de la Europa medieval en el siglo X.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El califato de Córdoba mantuvo intensas relaciones con otros Estados contemporáneos de Oriente y del Centro de Europa. Estos contactos se establecían a través de embajadas sometidas a un rígido protocolo que permite conocer las influencias culturales bizantinas  en Europa y, en particular, en al-Andalus
 
Grupo Cultural Córdoba
 
 

LAS SULTANAS DE LA ALHAMBRA ( SANGRE NAZARÍ )



 
LAS SULTANAS DE LA ALHAMBRA
SANGRE NAZARÍ




Entre los muros de la aún misteriosa Alhambra de Granada se fraguaron numerosos episodios de intrigas que las nuevas investigaciones van desvelando paulatinamente. Algunos de esos estudios concluyen que muchas de las mujeres de la dinastía nazarí (desde el siglo XIII al XV) han permanecido relegadas al olvido, debido, entre otras razones, al carácter masculino de la historiografía árabe medieval. Ahora, las conspiraciones, rivalidades, influencias y entresijos amorosos en la corte forman parte esencial de una investigación que pretende desvelar la vida y personalidad de un grupo de mujeres que tuvo poder en la época y a través de cuyos ojos se cuenta por primera vez esta historia.
 
 
 
“En casi 260 años de monarquía nazarí, lo mismo que hubo hombres hubo mujeres y cada una tenía su linaje, su importancia. Y algunas jugaron papeles muy significativos”, explica María de Mar Villafranca, directora del Patronato de la Alhambra, que coedita con la Editorial Comares el estudio Las sultanas de la Alhambra. Las grandes desconocidas del reino nazarí de Granada (siglos XIII-XV), de la arabista Bárbara Boloix. Es un análisis desde la perspectiva científica que profundiza en la vida y relaciones de estas mujeres, sin olvidar a concubinas e hijas.
De las decenas que hay, y de las que da cuenta un detallado árbol genealógico, su autora destaca a tres con caracteres muy distintos. En primer lugar, a la sultana Fátima, que aunque nació en el siglo XIII, tuvo capital importancia en la vida política nazarí del XIV; posteriormente destaca a Rim, mujer ilegítima de Yusuf I. Y, por último, remarca por su delicadeza a Umm al-Fath, primera mujer de Mohamed IX El Zurdo, ya en el siglo XV.
 
Sin duda es Fátima, hermana, hija y nieta de reyes, la que alcanzó un estatus y un poder que ninguna princesa posterior igualó. Por su sangre nazarí, subió al trono su hijo Ismail I, aunque con ello usurpara en ese momento el poder a la rama legítima de los nazaríes, y después asumió la regencia de dos nietos. Además, el elogio fúnebre que el visir, cronista y secretario de la corte nazarí Ibn al Jatib le dedicó durante sus exequias en la Alhambra evidencia la inusual huella que dejó Fátima. “Eso fue algo totalmente excepcional para una mujer, ya que era un honor reservado al emir”, destaca Boloix.
 
 
 
La dignidad de Fátima contrasta con la avasalladora personalidad de Rim, una de las concubinas de Yusuf I, [hijo de Ismail I], que urdió una conspiración para acabar con el reinado de su hijastro, Mohamed V, para que fuera su primogénito, Ismail II, el que ocupara el trono. Robó el tesoro real y manipuló sus relaciones sociales y familiares para tramar el destronamiento. Así, no dudó, según las fuentes medievales árabes y cristianas, en concertar el matrimonio de una de sus hijas con el también manipulador Mohamed VI, de otra rama paralela a la dinastía nazarí. Ambos colaboraron en la inesperada toma de la Alhambra y deposición de Mohamed V, en agosto de 1359.
 
 
 
 


 
El caso de Rim no es tan conocido, pero ambos ponen en entredicho la autoridad masculina y reflejan la fortaleza de las mujeres, ya que el sultán debía ser hijo de sultán pero no tenía por qué ser de la primera mujer o de una legítima (hasta cuatro permitía el Islam frente a un número indefinido de concubinas). Hay más ejemplos de estas conspiraciones en el seno de la dinastía nazarí, como pudieron ser los forcejeos entre Aixa y Soraya, esposas de Muley Hacén, para asegurar cada una la preeminencia de sus respectivos hijos en el trono.
 
 
Y aunque la lucha por el poder y los matrimonios concertados fueron comunes, hay casos de relaciones delicadas. En este sentido, destaca en el siglo XV la primera mujer del emir Mohamed IX El Zurdo, Umm al-Fath. De ella dice el cronista Ibn Asim, quien le dedica un sorprendente relato, que era “pura, honesta, bienhechora, benéfica y limosnera”. “Había entre ambos más afecto y misericordia de los que suele poner Dios entre dos primos (…) él tenía influencia sobre ella y ella sobre él, por su sincera armonía, la perfecta acomodación...”
Entre otras aportaciones, el estudio revela alianzas matrimoniales de la estirpe nazarí con dinastías del norte de África y confirma la presencia de esclavas negras en la Alhambra.
 
 

lunes, 26 de enero de 2015

al-maylis al-badî' ( Estanque de Mercurio de Medina Azahara )

 
EL ESTANQUE DE MERCURIO DE MEDINA AZAHARA
 
al-maylis al-badî'
 
 

      los autores árabes mencionan al describir Medina Azahara se halla un salón en cuyo centro se abría un estanque lleno de mercurio. Sin embargo, en el fundamental trabajo de Ana Labalia y Calmen Barceló sobre las fuentes árabes relativas a Medina Azahara 1, las autoras ponen en duda que ese salón, que denominan «al-maylis al-badî', llamado qasr al-jiilâfa», se encontrase realmente en la ciudad palatina y prefieren localizarlo en el alcázar de Córdoba. Argumentan que en este alcázar existía un salón llamado al-maylis al-badî' como quedaba de manifiesto en un trabajo anterior de García Gómez 2, y que qasr al-jilâfa se aplica siempre al alcázar de Córdoba, de 10 que deducen que las fuentes árabes yerran al situar el salón del estanque de mercurio en Medina Azahara.

A primera vista, no parece un argumento muy sólido para rectificar las informaciones concordantes de varios cronistas árabes, pues la coincidencia en el nombre de un salón en dos recintos palatinos, sobre todo cuando es un nombre tan poco significativo como al-maylis al-badî'



Las relaciones entre estas tres obras están claras desde la publicación de la segunda de ellas: el compilador del l)ila- tuvo a su disposición un fragmento del Kitâb al-Ya'rafiyya de al-Zuhri, fragmento que incluyó en su totalidad en su crónica, mientras que al-Maqqarî reproduce largos pasajes del Dikr, especialmente de los capítulos dedicados a la descripción de Córdoba 6. Pero si esta cadena de transmisión historiográfica está perfectamente establecida y es incuestionable en sus líneas generales, no es menos cierto que un análisis minucioso del pasaje que nos ocupa tal vez aporte algún matiz que arroje luz sobre algún aspecto concreto, como puede ser el de la localización de este salón.




El texto original de al-Zuhri reza así al describir el salón que denomina al-Qalbaq 7:

Su techumbre era de oro y grueso y puro cristal, lo mismo que sus muros; sus tejas eran de oro y plata. En el centro tenía un estanque lleno de mercurio y a cada lado del salón se abrían ocho puertas, formadas por arcos de marfil y ébano que reposaban en columnas de cristal 8 coloreado, de forma que los rayos del sol, al entrar por esas puertas, se reflejaban en su techumbre y en sus paredes, produciéndose entonces una luz resplandeciente y cegadora 9.

Cuando al-Nâsir quería asustar a los presentes o recibía la visita de algún embajador, hacía un gesto a sus esclavos y éstos removían ese mercurio, con lo que el salón se llenaba de sobrecogedores fulgores semejantes al resplandor del rayo, creando a los que allí se hallaban la impresión de que el salón giraba en el aire mientras el mercurio seguía en movimiento. Algunos dicen que el salón giraba para estar enfrentado al sol, siguiendo su curso, mientras que otros afirman que estaba fijo, sin moverse alrededor del estanque 10 .
 Ningún otro soberano, ni entre los infieles ni en el Islam, había construido antes nada parecido, pero a él le fue posible hacerlo por la abundancia de mercurio que allí tenían.
 

Mientras que en Dikr se describe el Salón del Califato :
 
Su techumbre era de oro y mármol 11 de grueso volumen y color puro, en sus distintos tonos, lo mismo que sus muros. En el centro de este salón peregrino al-maylis al-badî' se hallaba la perla única que le regaló el rey de Constantinopla. Las tejas de este salón eran de oro y plata. En el centro tenía un gran estanque lleno de mercurio y a cada lado del salón se abrían ocho puertas, formadas por arcos de marfil y ébano con incrustaciones de oro y diversos tipos de piedras preciosas, que reposaban en columnas de mármol coloreado y cristal de roca (ballûr) puro, de forma que los rayos del sol, al entrar por esas puertas, se reflejaban en su techumbre y en sus paredes, produciéndose entonces una luz cegadora. Cuando el soberano quería asustar a los presentes, hacía un gesto a uno de sus esclavos y éste removía ese mercurio, con lo que el salón se llenaba de sobrecogedores fulgores semejantes al resplandor del rayo, creando a los que allí se hallaban la impresión de que el salón giraba mientras el mercurio seguía en movimiento. Algunos dicen que el salón giraba para estar enfrentado al sol, mientras que otros afirman que estaba fijo alrededor del estanque. Ningún otro soberano, ni entre los infieles ni en el Islam, había construido antes nada parecido, pero a él le fue posible hacerlo por la abundancia de mercurio que allí tenía.

Al-Maqqari, por su parte, reproduce con total fidelidad la versión del Dikr, sin ninguna variante reseñable 12.

Vemos, por tanto, que el Dikr copia casi al pie de la letra el texto de al-Zuhrî, pero introduce algunas palabras y frases que no se hallan en el original. La mayoría son simples variantes o amplificaciones retóricas (en algún caso habría que calificarlas de mejoras decorativas), pero hay un dato nuevo que en modo alguno puede ser atribuido al deseo del compilador del Dikr de enriquecer más aún el lujo del salón. Aunque, para ser más exactos, habría que reconocer que también en este caso es ese loable deseo el que provoca la inclusión de la noticia a la que nos referimos, sólo que esta vez no recurre a su fértil imaginación y a su variado léxico para redecorar por su cuenta el ya de por sí recargado y ostentoso salón, añadiéndole oros, piedras preciosas y nobilísimos materiales. Rebuscando por otros lugares de la geografía literaria de Medina Azahara, nuestro entusiasta compilador se ha topado con una pieza única que, de acuerdo con sus criterios decorativos, estima que no desentonaría lo más mínimo en el ambiente de ese salón: la perla regalada a cAbd al-Rahmân III por el emperador bizantino, perla que, aunque no dispongamos de una descripción exacta, suponemos de tamaño considerable y de perfección inmaculada.

Su único fallo al trasladar la nacarada esfera a este salón fue colocarla en el centro de la habitación, centro en el que ya se encontraba el estanque de mercurio. Pero, como decimos, esta perla no se formó en la cabeza del autor del Dikr, sino que halló el dato en otra fuente distinta de al-Zuhrî: y no dudó en insertarlo dentro del relato que había tomado de éste para realzar el esplendor del salón.

La noticia de la perla, en efecto, la podemos hallar en un pasaje que, posiblemente originario de Ibn Hayyân, reproducen en idénticos términos Ibn Gâlib (s. VI/VII) 13, Ibn 'Îdârî (s. VIII/XIV) 14 y al-Maqqarî. 15:

En cuanto a la perla única que estaba colocada en el Salón Peregrino (al-maylis al-badî'), procedía de un regalo que le hizo León, señor de Constantinopla 16.

Lo que nos interesa retener de todo esto es un dato aparentemente menor: la mención de que la perla se hallaba en el Salón Peregrino; y nos interesa retenerlo porque, si volvemos sobre la descripción original del salón en el que se hallaba el estanque de mercurio, es decir, la de a1-Zuhrî, comprobaremos que en ningún momento se identifica esa estancia con el Salón Peregrino, que ni siquiera es mencionado. El Salón Peregrino aparece únicamente en la versión del Dikr porque su autor introduce la frase referida a la perla, aunque altera levísimamente la redacción, de forma que 16 que en su fuente era «en el Salón Peregrino» se convierte en «este salón peregrino».

En conclusión, el salón en el que se ubicaba el estanque de mercurio no llevaba el nombre de Salón Peregrino y, por tanto, no hay ninguna razón para argumentar, basándose en la suposición de que había un Salón Peregrino en el Alcázar de Córdoba 17, que el salón del estanque de mercurio tenía que hallarse en el palacio de la capital en lugar de en Medina Azahara. Las fuentes son claras al respecto: el estanque de mercurio estaba en una estancia llamada por al-ZuhrIî al-Qalbaq (o al-Qalîq/al-Qaylaq/al-Qayliq), por el Dikr, Salón del Califato, y por a1-Maqqarî, Alcázar del Califato, y dicha estancia formaba parte de Medina Azahara. El Salón Peregrino, por su parte, era el lugar donde había sido colocada la perla regalada por el emperador bizantino y, a pesar de la poca claridad de algunas fuentes, parece que se hallaba también en Medina Azahara. Fue el compilador del Dikr, siempre dado a la exageración, a la fantasía y a la afición por lo maravilloso, quien mezcló los datos de los dos salones. Desde un punto de vista historiográfico es un hecho incuestionable; otra cosa es que la realidad fuera muy distinta de lo que nos pintan los textos y que nos encontremos ante un relato fabuloso o legendario, producto de la imaginación desbordante de algún cronista o, tal vez, de la magnificación de algún pequeño artificio de mercurio que podía decorar cualquier salón del palacio califal.
 
 
 

jueves, 22 de enero de 2015

El Códice Calixtino, la primera 'guía' del Camino de Santiago



El Códice Calixtino,
la primera 'guía' del Camino de Santiago




 
El Códice Calixtino (en latín, Codex Calixtinus; fl. c. 1160-1180) es el nombre propio de un manuscrito iluminado de mediados del siglo XII que contiene el más antiguo texto del Liber Sancti Iacobi (c. 1140).
En él se reúnen sermones, himnos, milagros, relatos de la traslación del Apóstol, textos litúrgicos y piezas musicales relacionados con el Apóstol Santiago. Su cuarto libro narra el descubrimiento de la tumba por Carlomagno. El quinto constituye una especie de guía para los peregrinos que seguían el Camino de Santiago en su viaje a Santiago de Compostela, con consejos, descripciones de la ruta y de las obras de arte así como de las costumbres locales de las gentes que vivían a lo largo del Camino.
Este documento se custodia en la Catedral de Santiago de Compostela
Aunque a veces se denomina al Liber Sancti Iacobi como Codex Calixtinus, ambos conceptos no son idénticos. El Liber Sancti Iacobi representa el contenido del libro, del cual a lo largo de los siglos se copiaron varios manuscritos (unidad de encuadernación que en ocasiones se les ha dotado de distintos nombres propios) y con un contenido heterogéneo y variable. El más antiguo y notable códice o manuscrito con el Liber Sancti Iacobi con nombre propio es el Codex Calixtinus (c. 1140) custodiado en la catedral de Santiago de Compostela.
La compilación que conocemos como Liber Sancti Iacobi fue redactada en diversas épocas y de forma independiente y podría estar ya configurada hacia el año 1140.
 
 
El Codex Calixtinus fue copiado por al menos cuatro manos, dos de ellas muy similares. Al autor principal se le conoce con el nombre de Scriptor I. La autoría de Aymeric Picaud, sacerdote francés del siglo XII, es hoy controvertida.
El manuscrito original constaba de 27 cuadernos: el primero era un quinión y el resto eran cuaterniones. Ya en época antigua se produjeron cambios en algunos cuadernos que alteraron la estructura del códice. Después, hacia el siglo XV se perdió el folio 220, que originariamente iría en blanco y pertenecería al último cuaderno. También debió perderse un folio, así mismo en blanco, que antecedía al actual folio 1. De ser esto cierto, el manuscrito llevaba, como era usual, el primer y el último folio en blanco sirviendo como guardas.
 
 
Posteriormente, quizás durante la encuadernación realizada a finales del siglo XII, se añadió a la estructura primitiva del códice un segundo apéndice (Apéndice II).
El libro IV fue separado del manuscrito en 1609, lo que conllevó el maltrato de los cuadernos 20, 21 y 24. Ambos volúmenes fueron encuadernados por separado por Alonso Rodríguez León. Finalmente, el libro IV fue agregado de nuevo durante la restauración de 1966, lo que exigió varios arreglos al manuscrito. En la misma restauración se recortaron las hojas que eran más grandes y sobresalían del resto.
Las anotaciones marginales que los canónigos de Compostela dejaron en el manuscrito, demuestran que el códice fue usado y leído ininterrumpidamente, al menos, hasta mediados del siglo XVI. Sin embargo, parece que a principios del siglo XVII el manuscrito dejó de interesar, cayendo en el olvido durante muchos años.
En la segunda mitad del siglo XIX, el manuscrito fue redescubierto por el canónigo archivero de la Catedral de Compostela, Antonio López Ferreiro. Sin embargo, fue dado a conocer públicamente por el jesuita Fidel Fita y Aureliano Fernández Guerra. En 1879, se trasladaron a Santiago en un viaje de estudio y peregrinación. Al año siguiente, en 1880, publicaron un libro acerca de su viaje a Santiago (Recuerdos de un viaje a Santiago de Galicia), dedicando los capítulos X y posteriores a la descripción y estudio del Codex calixtinus. El libro incluía una fotografía del himno Dum Paterfamilias y una transcripción de su texto, así como varios versos del himno Ad honorem Regis summi.
 
 
El Codex Calixtinus consta de cinco libros y dos apéndices, con un total de 225 folios de pergamino escritos en las dos caras, con un tamaño de 295 x 214 mm. Salvo excepciones, el texto es siempre a una columna, con 34 líneas por página.
 
El primer libro es de carácter litúrgico, el segundo hagiográfico, el tercero y cuarto de naturaleza histórica y el quinto, que alcanzó una mayor celebridad, es una especie de Guía para el peregrino.

Constituye el comienzo del códice, ocupando sus dos primeros folios. El autor dice ser el papa Calixto II y relata cómo recogió numerosos testimonios de milagros realizados por el apóstol Santiago "recorriendo las crueles tierras y provincias durante 14 años". También explica cómo el manuscrito sobrevivió a todos los peligros posibles, desde incendios a inundaciones. La carta va dirigida a "la muy santa asamblea de la basílica de Cluny" y a "Diego Gelmírez, arzobispo de Compostela".
Se cree que los copistas incluyeron esta carta al comienzo del manuscrito para dar más importancia a su trabajo, quedando la intervención directa del papa, quien ya había muerto en 1124, completamente descartada.
 
 
 
 




martes, 20 de enero de 2015

SAN MARIO


 
 

San Mario

   

San Mario fue un comerciante persa que fue a Roma con su esposa Marta y con sus dos hijos a venerar las reliquias de los mártires y los sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo en tiempos del emperador Claudio II.
 
 
Después de atender a su devoción, se dedicaban a socorrer a los cristianos que estaban en las cárceles, hasta que un día fueron apresados también ellos por mandato del emperador. En vistas de que no podía hacerles renegar de su fe, los entregó a un juez llamado Musciano o Marciano para que les diese muerte después de atormentarlos; éste hizo apalear a Mario y a sus dos hijos delante de Marta, y después mutiló sus miembros y abrasó sus costados con hachas encendidas.
 
Llevados por fin al arenal de la Vía Cornelia, les cortó la cabeza. Ocurrió esto en el año 270.
 
La fiesta de San Mario se celebra el 19 de enero.
 
 
 
La Iglesia conmemora otros siete santos con este nombre.
.Etimología Mario: propio de la gente que pensaba descendía del dios Marte, es de origen latino.

domingo, 18 de enero de 2015

UTOPIA

 
UTOPIA
 



Íntimamente relacionadas con el deseo de dar un sentido a la vida y alcanzar la felicidad, se encuentran la necesidad y la búsqueda de un mundo mejor, más solidario y más justo. Existe una estrecha relación entre la justicia y las utopías.
Ya Platón puso de manifiesto que un mundo ideal en el que todos sus miembros viviesen felices y satisfechos sólo era posible si ese mundo era un mundo justo, pues un Estado es ideal (constituye una utopía) si en él reina la justicia.
 
 
El título De optimo rei publicae statu deque nova insula Utopía traduce literalmente: "Por mejor estado de la república y de la nueva isla de Utopía". Es traducido diversamente en el mejor estado de la República y en la nueva isla de Utopía, lo concerniente al Estado Mayor de la República y la nueva isla de Utopía, en el mejor estado de la Commonwealth y en la Nueva isla de Utopía, se refiere a la Mejor condición de la Commonwealth y la Nueva isla de Utopía, en el mejor tipo de una República y Acerca de la nueva isla de Utopía, acerca del mejor estado de la Commonwealth y la nueva isla de Utopía, etc. el nombre original era aún más larga: Libellus vere aureus, nec salutaris menos quam festivus, de optimo rei publicae statu deque nova insula Utopía. Esto se traduce, "un pequeño libro de oro de verdad, no es menos beneficioso que entretenido, de mejor estado de la república y de la nueva isla de Utopía".

"Utopía" se deriva de las palabras griegas ou (οὐ), "no", y topos (τόπος), "lugar", con el sufijo -ia (-ία) que es típico de los topónimos; de ahí Outopía (Οὐτοπία; latinizado como Utopía, con acento en la segunda sílaba), que significa "no-lugar-tierra". A principios de Inglés moderno, la utopía se escribía "Utopie", que se representa hoy Utopy en algunas ediciones.







En Inglés, la utopía se pronuncia exactamente como Eutopia (esta última palabra, en Εὐτοπία griego [EUTOPIA], que significa "buen lugar", contiene el prefijo εὐ- [eu-], "bueno", con la que el οὐ de Utopía ha llegado a confundirse en la pronunciación francés e Inglés). [1] Esto es algo que el propio Mas se dirige en una adición a su libro Wherfore no Utopie, sino rightely mi nombre es Eutopie, un lugar de felicitie.

Una interpretación es que esto sugiere que, si bien la utopía podría ser una especie de sociedad perfecta, en última instancia es inalcanzable .

 
 
Platón, sin duda, se prevé también, a menos que los mismos reyes se aplicaría sus mentes al estudio de la filosofía, que si no nunca se permitiría a fondo el consejo de los filósofos, siendo ellos mismos antes, incluso desde su tierna edad, infectados y corrupto con opiniones perversas y malvadas.
 
200 millas a través de en la parte media, donde es más ancha, y en ninguna parte mucho más estrecho que esto excepto hacia los dos extremos, en los que se estrecha gradualmente. Estos extremos, curvados alrededor, como completar un círculo 500 millas de circunferencia, hacen de la isla en forma de media luna, como una luna nueva.
 
pero, si se equivocan, y si hay o un mejor gobierno, o una religión más agradable a Dios, que imploran su bondad para hacerles saber que.