En la evolución del Movimiento Obrero en España durante el siglo
XIX, se pueden señalar las siguientes etapas:
1) El ludismo y las primeras asociaciones
mutualistas (1820-68)
Como en todos los países industrializados, las primeras formas de
rebeldía obrera fueron la destrucción de máquinas y la quema de las
instalaciones fabriles, ante el temor de que la mecanización sustituyese a la
mano de obra humana (ludismo). Así tuvieron lugar los primeros incidentes en
Alcoy (1821), y en Barcelona (1835), con la quema de la primera fábrica movida
por vapor, la fábrica Bonaplata.
En un cambio claro de
estrategia, a partir de 1834 empezaron a surgir las primeras asociaciones
obreras. Contaban con dos herramientas: la huelga y la creación de socie-dades
mutualistas que actuaban como cajas de resistencia en caso de huelga, despido o
enfermedad. Las dificultades para asociarse libremente y mucho más para la
huelga eran enormes, pues, a excepción de los cortos periodos de gobiernos
progresistas (1840-1842) y (1854-1856) estaban prohibidas tanto las unas como
la otra. La primera huelga general en España fue la de 1855, que se inició en
el textil catalán pero fue secundada por muchas regiones. En Andalucía se
inició una oleada de revueltas agrícolas: el campesinado se sublevó ante la
desamortización de las tierras comunales (1855) y sus protestas se man-tuvieron
hasta el año 1861, en que se realizó una fuerte represión del movimiento.
2) La
formación de las dos ideologías: anarquismo y socialismo marxista (1868-1874)
La libertad que supuso la Revolución de septiembre de 1868
permitió la expansión y consolidación del movimiento obrero al tiempo que, al
igual que en la AIT, Primera Internacional, se formaron las dos grandes líneas
de pensamiento, organización y actua-ción que han caracterizado al Movimiento
Obrero, no sólo en el siglo XIX sino también en gran parte del siglo XX: el
anarquismo y el socialismo marxista. Ambas corrientes tienen un objetivo último
común pero difieren en los procedimientos para alcanzarlo. Su división, y en
algunos casos su enfrentamiento, han marcado de manera decisiva la lu-cha
obrera.
El anarquismo se propagó rápidamente en España a partir del
activismo de Fanelli, enviado de la AIT, y de otros dirigentes sindicales
españoles. Su programa llegó a Bar-celona, Madrid, Alcoy, Córdoba, Málaga y
Cádiz, arraigando en los obreros industriales y en las masas campesinas que
empezaron a crear asociaciones, que alcanzaron la cifra de 195 en toda España.
El socialismo marxista, la otra gran corriente obrera, también
tuvo un promotor extranjero: Lafargue, yerno de Marx, quien formó con Pablo
Iglesias y otros dirigentes madrileños un núcleo discrepante del anarquismo de
carácter marxista, separándose de aquellos en 1872. Este núcleo, embrión del
futuro PSOE, fue muy reducido en compa-ración con la corriente anarquista.
Se han apuntado varias razones para explicar la preferencia del
anarquismo en los obreros españoles: en una época en que la información no se
podía contrastar fácil-mente, se identificó al anarquismo como la única
doctrina que la Internacional proponía, desconocedores de que ya se habían
producido las diferencias entre las tesis de Marx y Bakunin. También se ha
considerado que el descrédito decepcionante del juego político del liberalismo
español contribuía a inclinarse por el apoliticismo ácrata y que las con-tinuas
persecuciones favorecían la forma organizativa asamblearia de secciones locales
que actuaban sin necesitar consignas superiores.
En 1874, finalizó el Sexenio con la llegada de la Restauración y
finalizó también la etapa de permisividad. Todas las organizaciones obreras
fueron declaradas ilegales y pasaron a la clandestinidad.
3) La consolidación de las ideologías (1881-1910)
En 1881, la Ley de Asociaciones del gobierno liberal de Sagasta,
volvió a abrir cier-tas posibilidades organizativas.
Aprobada la ley, el socialismo marxista, con Pablo Iglesias como
presidente, ins-cribirá oficialmente un partido que había fundado en la
clandestinidad en 1879: el PSOE y en 1888 fundará el sindicato vinculado al
mismo, la UGT.
Las ideas anarquistas continuaban teniendo, tanto en Cataluña
como en Andalucía, el monopolio casi completo del movimiento obrero. Sus
participantes se habían agrupado bajo las siglas de FRE (Federación Regional
Española). Sin embargo, dado que los anarquistas no tenían ficheros de
afiliación ni organización burocrática, era difícil saber la cantidad de
afiliados o simpatizantes con la que contaban, pero cabe decir que de su
Revista Social se publicaban 20.000 ejemplares, cifra muy importante en un
obrerismo altamente analfabeto. Su falta de organización les llevó en estos
años a desacuerdos internos en los congresos que celebraban al tiempo en que se
dividían en dos tenden-cias. La primera, el anarcosindicalismo, era partidaria
de la acción de masas, de promo-ver el sindicalismo y contraria a la violencia
como método. La segunda propugnaba la acción directa, terrorista, de pequeños
grupos que atentasen contra los pilares del capi-talismo: el Estado, la
burguesía y la Iglesia. La primera tendencia fundó en 1907 y 1910
respectivamente Solidaridad Obrera y CNT. La segunda, protagonizó hasta final
de si-glo numerosos actos de violencia social que siempre seguían la misma
dinámica: acción terrorista / represión, muchas veces indiscriminada / nueva
acción terrorista. Así, tras el atentado contra Martínez Campos en Barcelona
(1893) y el fusilamiento de su autor, siguió la respuesta terrorista de las
Bombas del Liceo, con veinte víctimas mortales. Se fusiló al culpable pero se
detuvo también a 415 obreros y se fusiló a seis de ellos. Como respuesta a los
denominados Procesos de Montjuïc, consecuencia de otro atentado, en 1897, fue
asesinado Canovas del Castillo.
En Andalucía actuó una organización denominada Mano Negra a quien
se quiso rela-cionar con el anarquismo. Sus numerosos delitos quedaron en parte
impunes aunque, en el proceso contra 300 acusados, se dictaron varias penas de
muerte. Los anarcosindi-calistas negaron tajantemente la relación de los
procesados con el anarquismo.
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3. Análisis
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3.1. Identificación de nombres
propios y términos específicos
a) Conquista del poder político: Es el
objetivo de los partidos políticos en los regíme-nes liberales.
b) Abolir
todos los poderes autoritarios: Es el objetivo prioritario del
anarquismo.
c) Colectivistas: La
sociedad deseada por los anarquistas no estaría organizada en clases sino en
colectivos obreros, industriales y agrícolas, que tendrían la propiedad de las
fábricas y de los campos, trabajarían y se repartirían las ganancias.
d) Principio
federativo: los colectivos obreros
anarquistas se federarían de manera asamblearia hasta alcanzar federaciones muy
amplias, superando los nacionalismos, y llegando a la federación universal.
e) Cubrir las apariencias de brutales
persecuciones:
el autor acusa de manera implícita a las autoridades
policiales de relacionar las actividades delictivas de la Mano Negra con el
anarquismo. Táctica que, opina, permite a las autoridades ejercer la represión
sobre este movimiento.
f) Mano negra:
Aunque algunos anarquistas asaltaron la prisión de Jerez de la Frontera con la
intención fallida de liberar a los procesados de esta organización, la
perte-nencia de estos delincuentes al anarquismo no fue probada.
3.2. Tema
Anselmo Lorenzo fue uno de los
principales líderes del anarcosindicalismo español. Optó por la vía de la
acción sindical, anarcosindicalismo de raíces bakunianas, como procedimiento
para ir avanzando en la construcción de una sociedad sin jerarquías,
autoridades y sin Estado. Colaboró en la creación de la CNT. Una de sus obras
escritas es “El proletariado militante”, en la que se recoge el manifiesto
presente. El manifiesto de la FTRE se articula en tres puntos:
1) Reclamar para los anarquistas el mismo derecho
a organizarse que el que tienen el resto de las ideologías.
2) Exponer
los principios básicos del pensamiento anarcosindicalista: no reglamenta-ción
de los derechos naturales del hombre, colectivismo como sistema económico y
federativismo como principio político.
3) Denunciar
la maniobra por la que se relacionan las actividades delictivas de la Mano
Negra con el anarquismo, maniobra destinada a justificar posteriores
represiones.
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4. Valoración
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4.1. Precedentes y consecuencias
La actitud humana que llevó a tantos miles de obreros españoles,
especialmente an-daluces y catalanes a abrazar el anarquismo como ideal, con
los riesgos que ello con-llevaba en ocasiones, pueden explicarse en parte por
varias razones: la idea de libertad, de creencia en la bondad natural del
hombre y de una moral natural. La crítica a la so-ciedad existente y el rechazo
a los privilegiados, incluyendo la Iglesia, al poder político, al militarismo y
al nacionalismo, serían algunas razones. Para explicar el caso específico del
proletariado catalán, se ha recurrido a justificarlo como consecuencia de su
carácter tradicionalmente pactista y anticentralista. La existencia de una
ética trasmitida oral-mente por un campesinado andaluz mayoritariamente
analfabeto, su ritmo de vida espe-cialmente duro y la práctica de un colectivismo
ancestral en las tierras comunales, podría haber llevado al campesinado andaluz
a decantarse por los esquemas sencillos del anarquismo frente a teorías de más
compleja y más jerárquica organización, como el socialismo marxista.
El anarquismo fue estrechando sus lazos con el sindicalismo a
partir de la creación de la CNT y usando como método la huelga. En 1917 y en
colaboración con la UGT llevaron a cabo la Huelga General Revolucionaria al
tiempo que en Andalucía comen-zaron una serie de sublevaciones campesinas
durante los años 1918-1921 que han pasa-do a conocerse con la denominación del
Trienio Bolchevique. Aunque contaban con más de 700.000 afiliados en todo el
país, las represiones fueron durísimas. En este clima de poca permisividad se
radicalizaron las posturas y los últimos años del sistema de la Restauración,
1920-1923, fueron de extrema violencia social.
4.2. Significado
El ideario anarquista que manifiesta Anselmo Lorenzo siguió
intacto a lo largo del siglo XIX y parte del XX. Los anarquistas vieron en la
República y en la Guerra Civil la ocasión de convertir en realidad algunos sus
principios. El enfrentamiento con el socia-lismo marxista, primero, y por
encima de todo el fracaso final de la República y el Fran-quismo derivado,
acabaron con la fuerte implantación que esta ideología había tenido en el
obrerismo español.
ASESINATO DE CANALEJAS
ASESINATO DE CANOVAS
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